Como emprendedor, ¿Tienes una idea de negocio o un negocio en marcha y tienes miedo de lo que pueda ocurrir?
Tranquilo, aquí no se trata de no tener miedo, sino de canalizar ese sentimiento para impulsarnos y obtener nuestra mejor versión. El miedo siempre va a existir; sólo, no debemos dejar que nos gobierne.
Pero ¿A quién llamamos emprendedor? Un emprendedor es aquel que tiene la capacidad de detectar oportunidades donde otras personas solo ven limitaciones. Tienen un espíritu resiliente, son creativos y apasionados en su negocio.
Revisemos qué ideas debemos evitar sobrepensar para vencer el miedo de emprender:
No querer fracasar:
Definitivamente, no es que al iniciar un emprendimiento pensemos de forma automática que vamos a fracasar. Pero ¿Por qué le tenemos miedo al fracaso? Ocurre que, en la cultura de América Latina, el fracaso representa las fallas o errores que hemos cometido en alguna actividad, acción, negocio, relación, etc. Esto es criticado y hasta condenado por la sociedad y, en ocasiones, por nosotros mismos.
Hace unos días leía a Andrés Oppenheimer en su libro “Crear o morir”, donde nos explica el por qué no tenemos en América Latina un Steve Jobs, un Mark Suckerberg o un Bill Gates. Lo que ocurre es que el fracaso es condenado, casi satanizado; porque dentro de nuestra cultura hemos malentendido que el fracaso solo lleva a más fracasos o como una lección de la cual no obtenemos ningún aprendizaje.
Oppenheimer refiere que, lo que se debe hacer, es importar cultura de Estados Unidos y de Europa, ya que consideran el fracaso como algo positivo y es precisamente del fracaso de donde más se aprende.
Pensemos en ello, aquellas veces en las que nos hemos tropezado y nos hemos levantado, los aprendizajes que nos dejaron esos fracasos nos ayudaron a continuar y aprender de ellos, logrando no volverlos a cometer, pasa lo mismo en los negocios.
Para los emprendedores, el miedo existe y el fracaso es una posibilidad; la clave es no quedarnos en ese hoyo y aprender cada gran lección que nos ha mostrado el camino recorrido. Les aseguro que, si entendemos en lo que fallamos, lo corregiremos y no volverá a ocurrir.
El éxito no es no equivocarse, ni nunca fallar; el éxito es ir de fracaso en fracaso sin darse por vencido.
Repensar, buscando la perfección:
En ocasiones pensamos y repensamos si nos lanzamos al mundo del emprendimiento o no. Queremos que todo sea perfecto para que nuestro emprendimiento recién pueda ver la luz. Mientras vamos pensando, el tiempo pasa; vamos perdiendo el interés y el tiempo que le dedicamos a nuestro proyecto.
La perfección no existe, lo que debemos hacer es lanzarnos y, en el camino, vamos aprendiendo, nos vamos adaptando. No le sigas dando más vueltas, hazlo realidad.
Las ideas sin ejecución se quedan en el olvido. No nos centremos en tratar de reinventar la pólvora, cuando emprendemos, debemos de resolver problemas de forma práctica y eficiente.
Emprender es muy difícil:
Un emprendedor tendrá en su camino muchas dificultades. Habrá oportunidades donde regularmente se va a tener que poner el traje de bombero para apagar incendios, y no es que esto sea una habilidad con la que se nace; toca aprender como resolver la situación para apagar cada incendio.
También es claro que, al inicio del negocio, vamos a dedicar más tiempo al emprendimiento, más horas, más días; no veremos tan seguido con nuestros amigos, no disfrutaremos de las vacaciones que quisiéramos tener. Ten en cuenta que todo ello tiene una recompensa: nuestro negocio empezará a florecer y, sin duda alguna, valdrá cada esfuerzo realizado.
El riesgo es muy alto:
Por supuesto, el riesgo de emprender es muy grande; de la misma forma también es grande el riesgo de mantenerse en un trabajo o en actividades que no les guste, donde las horas se conviertan en días, donde sienten que el tiempo se pasa muy lento y que desearían no estar ahí. Físicamente se encuentren en ese lugar, pero emocionalmente no.
La siguiente vez en la que piensen que es muy grande el riesgo de emprender, piensen que el riesgo de no emprender puede ser mayor.