A pesar de la incertidumbre económica que prevalece en los mercados a nivel global, los emprendimientos en América Latina muestran un panorama alentador a medida que avanzamos más allá de la mitad del año. De hecho, en la actualidad, existen más de 1.100 unicornios en todo el mundo, de los cuales existen 50 unicornios de América Latina.
El mundo de las startups se ha convertido en una especie de zoológico con una variedad de clasificaciones, que no solo incluyen especies de empresas reales, sino también algunas que parecen míticas. Un ejemplo de esto son los llamados “unicornios”, que son empresas emergentes respaldadas por capital privado y valoradas en más de 1.000 millones de dólares. Además, están los “centauros”, valorados en más de 100 millones de dólares, y los “ponys”, que superan los 10 millones. Por lo general, las startups alcanzan la categoría de unicornio a través de sucesivas rondas de financiación con grandes inversiones para impulsar su crecimiento a cualquier costo.
En contraste, las startups catalogadas como “camellos” son notables por su capacidad de resistencia, ya que pueden sobrevivir con recursos limitados en entornos de incertidumbre o crisis económica. Sin embargo, también persiguen un crecimiento rápido y administran eficazmente sus gastos y recursos.
Por otro lado, las “cebras” son empresas con un enfoque en propósitos y conciencia social en lugar de un crecimiento agresivo como los unicornios. Tienen tres objetivos principales: crecimiento a largo plazo, rentabilidad y generación de empleo.
En el contexto de Perú, aunque aún no ha surgido ningún unicornio, hay empresas que se están acercando a esa categoría, como Crehana en el sector de la tecnología educativa. En el ámbito de las tecnologías financieras, aún no se han alcanzado los niveles de unicornio, pero existen startups que podrían considerarse camellos o cebras en constante crecimiento, con servicios y mercados bien definidos y una sólida base de usuarios.
Varios factores han impactado en la disminución de las inversiones a nivel global, incluyendo alta inflación, aumento de las tasas de interés, fortaleza del dólar en comparación con otras monedas, problemas en la cadena de suministro, aumento de los precios del petróleo y conflictos internacionales, como el conflicto entre Rusia y Ucrania. Estos factores no solo afectan a los países líderes de América Latina, como Brasil y México, sino que también repercuten en el país.
Para las startups que dependen en gran medida de rondas de inversión para crecer y sobrevivir, y que a menudo aún no han logrado la rentabilidad, estas circunstancias pueden implicar despidos significativos para prolongar su existencia hasta la próxima inversión, como ha sucedido con Favo, una de las startups más exitosas en el sector del comercio electrónico en Perú.
Diversos estudios señalan que la gran mayoría de las startups no sobreviven más allá de los 3 años debido a diversas causas de fracaso, siendo las más comunes la falta de mercado para su producto o servicio, equipos fundadores inadecuados, déficits de efectivo debido a ventas insuficientes o falta de financiamiento, y errores estratégicos.
Para fomentar el desarrollo y la permanencia de estas empresas, es esencial brindar apoyo en las etapas iniciales, contar con un sólido ecosistema de startups en crecimiento, redes de mentores, asociaciones, eventos, inversores y fondos de apoyo.
También es importante tener en cuenta que cada inversionista tiene su propia estrategia de inversión, incluyendo sectores de interés, mercados, etapas de desarrollo de las empresas, montos de inversión, y más. En general, los inversionistas buscan empresas que ofrezcan un alto retorno de inversión, lo que conlleva un mayor riesgo. Para mitigar este riesgo, es crucial que exista un gran mercado potencial, ventajas competitivas sólidas, un equipo de gestión competente y una tracción comprobada.
Fuente: El Peruano